Meditación en prisión - Saddhakara

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Reflexiones de Saddhakara acerca de dar clases de meditación en la cárcel de Picassent

Hace casi un año una buena amiga me comentaba cómo su descubrimiento de la meditación y la práctica regular había cambiado su vida.

-Me encuentro ahora mucho más tranquila,- me decía -. Y los mismos problemas de antes, como por ejemplo en el trabajo, que hay mucho estrés, ya no los llevo tan mal. He descubierto cosas nuevas de mí y veo como mi vida se abre ahora de forma mucho más creativa.He estado pensando que estaría bien llevar esto de la meditación a sitios en donde la vida sea difíci; en la cárcel, por ejemplo, debe de hacer mucha falta algo así, ¿no te parece?

- Si, la verdad es que yo también estaba pensado algo parecido. ¿Conoces la enseñanza de la Rueda de la Vida? - le pregunte -. Según esta enseñanza dentro de este mundo coexisten otros seis mundos integrados. Un mundo de seres sufriendo intensamente, otro de fantasmas con deseos insatisfechos, un mundo de constante guerra por el poder, y también los mundos de dioses, animales y humanos.

Tradicionalmente se habla de “mundos”, pero también se puede entender como estados mentales o como situaciones límite o de fuerte intensidad. Y pensaba que muchas veces, las personas que habitan estos mundos o que están en esos estados mentales, les resulta demasiado difícil ver con claridad y no pueden por ellos mismos encontrar una salida o encontrar la enseñanza del Buda. Sin duda, uno de esos mundos de sufrimiento son las prisiones. La verdad es que me gustaría empezar un proyecto así:, enseñar meditación en la cárcel, o quizás a personas que sufren un dolor crónico, apoyar a personas que están muriendo o que sufren de soledad o de miedo.

-¿Pues por que no lo intentamos? - dijo mi amiga llena de entusiasmo -.

-No se… - dije yo -, tal vez sea muy difícil, ¿tu conoces a alguien que nos pueda poner en contacto…?

Podríamos decir que éste fue el comienzo y después, todo vino rodado, como si aquella conversación hubiera puesto en marcha algún resorte escondido: Resultó que por el centro budista venía un hombre a hacer yoga, Rafa, que trabaja como maestro en la prisión de Alicante y hablando con él, nos dijo que era amigo del subdirector de la prisión de Valencia, también conocida como “Picassent”. Nuestra idea le gustó y me pasó un numero teléfono.

Llamé a Picassent, pensado que no llegaríamos muy lejos y que probablemente éste proyecto les parecería un poco raro. Pero, para mi sorpresa, la persona que me atendió al teléfono se mostró muy interesada, y nos asesoró sobre todo lo necesario: trámites internos y externos, seguros personales, papeleos varios… Y en tan sólo unos meses ya estábamos enseñando meditación en el módulo 7.

    Ahora me gustaría contar un poco cómo es la cárcel de Picassent:

Es un conjunto de grandes edificios en medio de nada, aunque ahora justo al lado, puerta con puerta, están construyendo un enorme campo de golf.Uno de esos edificios es lo que llaman cumplimiento, es decir, que las personas internas ahí ya han tenido un juicio y tienen una condena; aproximadamente hay 1300 personas de las cuales 300 son mujeres. Hombres y mujeres comparten el mismo edificio pero en módulos separados, a excepción del modulo mixto y las áreas de actividades, el gimnasio o las zonas de tránsito. Otro gran edificio es el de preventivos. Aquí se encuentran las personas que esperan un juicio y por tanto aún no tienen condena, en total unas 1200 personas aproximadamente. Hay también un tercer edificio, más pequeño, dónde unos 300 presos, en régimen de tercer grado, sólo tienen que pasar la noche en prisión.

La primera impresión al entrar a cualquiera de los dos grandes recintos, el de cumplimiento o el de preventivos es un…“¡No esta mal!”. Los largos pasillos que dan acceso a los diferentes módulos están pintados con colores vivos y dibujos (trabajos hechos por los internos). El pabellón central que da entrada a todos los demás pasillos y módulos es muy espacioso y luminoso y hay bastantes plantas por aquí y por allá.

Pero en poco tiempo te das cuenta de que ésta no deja de ser la primera impresión. Después viene una segunda y más tarde una tercera. Finalmente, poco a poco, vas dándote cuenta de que la vida ahí es muy difícil. Que una prisión es una prisión, y que ni siquiera está tan bien como te parecía al principio. Y que, en definitiva, es muy difícil para cualquiera, permanecer en esos recintos y mantener positividad. Después de estar yendo por allí casi un año para mí es una conclusión es obvia: “Están cumpliendo una pena”.

Otro aspecto importante de este proyecto, es el equipo de personas que estamos llevándolo a cabo. Somos cinco mujeres y cinco hombres. Cabe decir que este equilibrado porcentaje ha surgido sólo, nadie tenía intención de la paridad, tan políticamente correcta. Todos nosotros tenemos diferentes trabajos así que acudimos a la prisión cuando nos lo permiten nuestras otras responsabilidades. Vamos cada viernes por la tarde. Para algunos éste es nuestro día libre y otros intentamos hacer que nuestro turno de trabajo no coincida.

Trabajar juntos es muy bueno y la colaboración entre nosotros es muy fluida. Sentimos que nuestra relación y el trabajo de meditación con los internos nos enriquece. Y la verdad, es que cuando estamos ahí dentro, en esa pequeña habitación que nos dejan usar para meditar, retiramos las sillas, extendemos unas mantas y nos sentamos en el suelo con los ojos cerrados, ya no hay dentro o fuera.

Cuando después de hacer la práctica, 15 minutos de relajación y después unos 25 minutos de meditación, abrimos los ojos y hablamos sobre cómo estamos, sobre nuestros sueños, o sobre como a ido la semana, la meditación, la vida o lo que sea, tampoco hay ninguna diferencia entre dentro y fuera. Y es una realidad que todos los que están dentro llegaron de fuera (como dice Giorgo, uno de los meditadores de Picassent).Me gustaría decir un poco sobre cómo ayuda la meditación a las personas que se encuentran en estas circunstancias, (aunque en general no me gusta dar testimonios):

La meditación es una herramienta para la transformación positiva del ser humano, una herramienta sobradamente probada, incluso científicamente probada. No es magia, aunque sí alquimia y cada individuo la lleva tan lejos como quiere.

Lo que he experimentado en las reuniones de meditación en prisión es que se crea un espacio de confianza, de silencio, de respeto mutuo. Un espacio amistoso que sin embargo tiene sabor de reto. Este espacio que creamos entre todos, bajo la luz de las enseñanzas del Buda es un semillero dónde crecen semillas de consciencia lucida, de armonía y de amigabilidad. Y algo que deseo, es que den abundantes frutos, aunque a la vez estoy abierta a lo que sea.

Bueno, hasta aquí mi trabajo, que era hacer la introducción. Ahora me gustaría darle la palabra a mis compañeros. Con la aportación de todos espero que os vayáis haciendo una idea de este precioso proyecto.
 
Dharmacharini Saddhakara